Monólogo
- Isabel Sahagún Pedraza
- 29 feb 2016
- 1 Min. de lectura
Mira, si me dijeras que pensabas escaparte con un soldado, yo respetaría tus sentimientos. No, hablo en serio. Hay que permitir toda clase de amor. Estoy completamente de acuerdo con esto. Sobre todo ahora que ya tengo una muy buena idea de lo que es. Amo a José, y dejaría de fumar si el me lo pidiera. Es agradable, soy capaz reírme incluso cuando me siento ansiosa, aunque ahora ya no me pasa casi nunca, sólo a veces, e incluso esas veces no es tan espantoso como para que me de por tragarme mil pastillas de valium o por ir a Tiffany's. Hasta llevo sus trajes a la tintorería, incluso tiré mis horóscopos y me siento bien. Es una lata, pero la solución consiste en saber que sólo nos ocurren cosas buenas si somos buenos. ¿Buenos? Mas bien quería decir honestos. No me refiero a la honestidad en cuanto a las leyes (podría robar una tumba, hasta le arrancaría los ojos a un muerto si pudiera alegrarme un día), sino a ser honesto con uno mismo. Me da igual ser cualquier cosa, menos cobarde, falsa, tramposa en cuestión de sentimientos, o una puta: prefiero tener cáncer que un corazón deshonesto. Y esto no significa que sea una santa. Soy simplemente una persona práctica. De cáncer se muere a veces; de lo otro siempre. A la chingada con esto. Ándale, pásame la guitarra, voy a cantarte un fado en un portugués perfecto. (...)
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